Monotonía

El cuerpo me pesa, siempre tengo sueño, la comida ya no me sabe igual, todo me cansa, mi cabello ya no es el mismo, he perdido mi brillo, ya no sé qué me gusta. Siempre me duelen los ojos, ya nada me emociona. Siento frío, y no me gusta; siento calor, y lo odio. Hablar con personas ya no me entretiene, ya no respondo mensajes. Tengo miedo, siento culpa, no dejo de pensar. Algo me falta, algo está de más, algo se fue, algo volvió, algo llegó. Personas se fueron, personas llegaron. Todos los días es lo mismo, todos los días es algo nuevo. El tiempo pasa lento, el tiempo pasa rápido. Todo está cambiando, pero todo se siente tan igual como siempre. ¿Cuándo cambiarán las cosas?

Me levanto, pero no me siento viva. Los días se mezclan, se confunden, se repiten. A veces, creo que ya he vivido todo esto antes, que cada paso que doy ya lo di ayer, o la semana pasada, o en algún momento que no recuerdo. No hay diferencia entre el día y la noche, solo un ciclo eterno que no me da tregua. 

El café ya no me despierta, el agua no me refresca, y el silencio se ha vuelto mi única salida. Evito los espejos porque no quiero ver mi aspecto. Me siento vacía, pero también sobrecargada, como si el peso del mundo estuviera sobre mis hombros, pero por dentro, no hay nada.

Intento encontrar algo que me motive, algo que me saque de este estado, pero todo lo que me rodea se siente tan inútil, tan insignificante. Miro a las personas y me pregunto cómo logran seguir adelante, cómo pueden sonreír, reír, vivir… cuando yo apenas puedo levantarme cada mañana. Las palabras que antes me daban consuelo, ahora son solo ruido. No puedo concentrarme en nada, no puedo disfrutar de nada. Todo lo que antes me importaba se ha vuelto irrelevante. Me pregunto si alguna vez podré volver a sentir algo. 

El mundo sigue girando, las estaciones cambian, pero dentro de mí, todo sigue igual. La monotonía me consume, me ahoga, y no hay escape. Quizás es así como debe ser, quizás esto es todo lo que hay. Y si es así, no sé cuánto más podré soportarlo.